viernes, 18 de abril de 2008

EL LLAMAMIENTO DE ABRAHAM

"Pero Jehová había dicho a Abram: Vete de tu tierra y de tu parentela, y de la casa de tu padre, a la tierra que te mostraré. Y haré de ti una nación grande, y te bendeciré, y engrandeceré tu nombre, y serás bendición. Bendeciré a los que te bendijeren, y a los que te maldijeren maldeciré; y serán benditas en ti todas las familias de la tierra" Génesis 12:1-3.

Reciban mi saludo en el Glorioso nombre de Jesucristo. Único Dios y Salvador del mundo. Quiero darle las gracias a todos los que me han felicitado con sus mensajes escritos en este foro, por los primeros diez años de nuestro Concilio Iglesia Pentecostal La Senda Antigua de Estados Unidos. Gracias, muchas gracias.

Hoy en mi tiempo de estudio bíblico he sacado algunas notas interesantes sobre el "EL LLAMAMIENTO DE ABRAHAM". Esperando que éste sea de gran bendición a su vida espiritual. Todos nosotros como buenos estudiantes disciplinados debemos escudriñar continuamente las Escrituras para fortalecernos en el conocimiento de la Palabra de Dios.

"Pero Jehová había dicho a Abram: Vete de tu tierra y de tu parentela, y de la casa de tu padre, a la tierra que te mostraré. Y haré de ti una nación grande, y te bendeciré, y engrandeceré tu nombre, y serás bendición. Bendeciré a los que te bendijeren, y a los que te maldijeren maldeciré; y serán benditas en ti todas las familias de la tierra" Génesis 12:1-3.

La Biblia comienza la historia de una sola familia escogida por Dios a fin de traer redención a la raza humana. La cabeza de esa familia fue Abraham (más tarde llamado Abraham), que vivió aproximadamente 2,100 años antes de Cristo. El padre de Abram lo fue Taré y Abram era del linaje de Sem y se convirtió en el padre de la nación judía.

"Pero Jehová había dicho a Abram: Vete de tu tierra y de tu parentela, y de la casa de tu padre, a la tierra que te mostraré. Y haré de ti una nación grande, y te bendeciré, y engrandeceré tu nombre, y serás bendición. Bendeciré a los que te bendijeren, y a los que te maldijeren maldeciré; y serán benditas en ti todas las familias de la tierra" Génesis 12:1-3.

A Abram no se le dijo en ese momento adónde Dios lo llevaría. En lugar de eso, tenía que viajar bajo la dirección directa del Señor. Dios se proponía tener a un hombre que lo conociera y le sirviera con fe sincera. De ese hombre saldría una familia que conocería, enseñaría y guardaría los caminos del Señor. De esa familia saldría una nación escogida, compuesta de personas que se separarían de los malos caminos de las demás naciones para hacer la voluntad de Dios. Una nación especial para redimir y salvar la humanidad. De esa nación saldría Jesucristo, el Salvador del mundo, la prometida simiente de la mujer. "Y pondré enemistad entre ti y la mujer, entre tu simiente y la simiente suya; ésta te herirá en la cabeza, y tú le herirás en el calcañar" (Génesis 3:15).

Hay varias cosas que me llaman la atención acerca del llamamiento de Abraham. Yo les llamo principios. Principios que debemos entender todos los que hemos sido llamados por nuestro Señor, tanto individual como la iglesia en general.

Principio #1. Dios establece la Separación:
Cuando Dios llama a Abram en 12:1 le hace una llamado a separarse de su tierra, de su parentela y de la casa de su padre, a fin de ser extranjero y peregrino sobre la tierra. "Pero Jehová había dicho a Abram: Vete de tu tierra y de tu parentela, y de la casa de tu padre, a la tierra que te mostraré". En Abraham Dios estaba estableciendo el importante principio de que su pueblo debe separarse de todo lo que sea un estorbo a su propósito para la vida de ellos.

Principio #2. Dios hace una Promesa:
Dios le prometió a Abraham una tierra, una gran nación por medio de sus descendientes, y una bendición que afectaría a todas las naciones de la tierra. Esta promesa se sigue cumpliendo en la actualidad en la proclamación misionera del evangelio de Jesucristo. "Vosotros sois los hijos de los profetas, y del pacto que Dios hizo con nuestros padres, diciendo a Abraham: En tu simiente serán benditas todas las familias de la tierra" (Hechos 3:25). "Y la Escritura, previendo que Dios había de justificar por la fe a los gentiles, dio de antemano la buena nueva a Abraham, diciendo: En ti serán benditas todas las naciones. De modo que los de la fe son bendecidos con el creyente Abraham" (Gálatas 3:6).

Principio #3. Una Patria Celestial:
El llamamiento de Abraham no solo abarcaba una patria terrenal, sino también una celestial. Su visión llegó a abarcar un hogar definitivo ya no en la tierra sino en el cielo, y una ciudad cuyo arquitecto y constructor era Dios mismo. De aquí en adelante Abraham deseó y buscó una patria celestial donde habitaría para siempre con su Dios en justicia, gozo y paz. " Por la fe habitó como extranjero en la tierra prometida como en tierra ajena, morando en tiendas con Isaac y Jacob, coherederos de la misma promesa; porque esperaba la ciudad que tiene fundamentos, cuyo arquitecto y constructor es Dios" (Hebreos 11:9-10). "Pero anhelaban una mejor, esto es, celestial; por lo cual Dios no se avergüenza de llamarse Dios de ellos; porque les ha preparado una ciudad" (Hebreos 11:16).

Principio #4. Obligaciones:
El llamamiento de Abraham no sólo incluía promesas sino también obligaciones. Dios exigía tanto la obediencia de Abraham como la entrega personal a Él como Señor a fin de recibir lo que fue prometido. Esa obediencia y entrega tenía que ir acompañada de confianza en la Palabra de Dios, aun cuando la realización de las promesas pareciera humanamente imposible. Abraham tenía que obedecer a la orden de Dios de irse de su hogar. Por último Abraham tenía que hacer un sincero esfuerzo por llevar una vida recta. En otras palabras, solo ocurrirán las promesas y los milagros de Dios cuando su pueblo procura llevar una vida de obediencia, una vida intachable y mantiene el corazón dispuesto para Él. Es por eso que Dios establece un pacto con Abraham, en donde Dios cumpliría sus promesas y Abraham cumpliría con sus obligaciones. "Era Abraham de edad de noventa y nueve años, cuando le apareció Jehová y le dijo: Yo soy el Dios Todopoderoso; anda delante de mí y sé perfecto. Y pondré mi pacto entre mí y ti, y te multiplicare en gran manera" (Génesis 17:1-2).

Conclusión: El cumplimiento de las promesas y bendiciones de Dios se ofrecen no sólo a sus descendientes físicos, sino también a todos los que en verdadera fe aceptan y siguen a Jesucristo, la verdadera simiente de Abraham. "Sabed, por tanto, que los que son de fe, éstos son hijos de Abraham" (Gálatas 3:7). Todos los que tienen fe como la fe de Abraham son "hijos de Abraham" y son bendecidos con él. Los verdaderos creyentes se convierten en el linaje de Abraham, herederos según la promesa que incluye recibir "por la fe". "…Para que en Cristo Jesús la bendición de Abraham alcanzase a los gentiles, a fin de que por la fe recibiésemos la promesa del Espíritu" (Gálatas 3:14). Recibir el Espíritu Santo en nuestras vidas es tener justicia, vida y todas las otras bendiciones espirituales.

Que el Señor Jesucristo te bendiga rica y abundantemente.

Atentamente:
Edwin López / Coordinador Foro PAN
Iglesia Pentecostal La Senda Antigua
Phoenix, Arizona, Estados Unidos

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