miércoles, 7 de noviembre de 2007

EL EVANGELISTA Y SU RELACION CON DIOS

IPUC, Barrio Antonio Nariño, Cali

Texto Base: Hechos 6:2-4,7
“Entonces los doce convocaron a la multitud de los discípulos, y dijeron: No es justo que nosotros dejemos la palabra de Dios, para servir a las mesas. 3 Buscad, pues, hermanos, de entre vosotros a siete varones de buen testimonio, llenos del Espíritu Santo y de sabiduría, a quienes encarguemos de este trabajo. 4 Y nosotros persistiremos en la oración y en el ministerio de la palabra....

7 Y crecía la palabra del Señor, y el número de los discípulos se multiplicaba grandemente en Jerusalén; también muchos de los sacerdotes obedecían a la fe.”




Introducción

Hay muchas cosas importantes en el momento del servicio a Dios: un buen conocimiento de las Escrituras, anhelo ferviente de servir a Dios, aplicación de una y otra estrategia o método de evangelismo, buenos equipos de amplificación, testificar, cantar, predicar, dirigir, etc. son elementos fundamentales en el trabajo de evangelismo. Pero todo este esfuerzo sería infructuoso si olvidamos algo que es más importante y que de ello dependen los buenos resultados que se quieren obtener: NUESTRA RELACIÓN CON DIOS.
Un hierro sin filo

Eclesiastés 10:10 dice “Si se embotare el hierro, y su filo no fuere amolado, hay que añadir entonces más fuerza...” Tenemos el ejemplo de un hombre que pretende derribar un árbol con un hacha, si el hacha tiene buen filo quizá en 20 o 30 golpes lo derribaría, pero si el hacha no tiene filo se requerirá mucho más golpes, se requerirá añadir entonces más fuerza. Muchas veces nos vemos frustrados cuando los resultados de nuestro trabajo evangelístico no son los que nosotros deseamos. ¿Dónde está el poder de Dios manifestado en sanidades y milagros? ¿Dónde están las personas arrepentidas? ¿Dónde están los libertados por demonios?
Tenemos las armas antiguas, las que usaron los primeros cristianos del libro de Hechos las armas más eficaces que Dios nos ha dado: El ayuno y la oración. Miren la oración de los primeros cristianos: “Y ahora Señor, .. concede a tus siervos que con todo denuedo hablen tu palabra, mientras extiendes tu mano para que se hagan sanidades y señales y prodigios mediante el nombre de tu santo Hijo Jesús” Hechos 4:29-30. El resultado no se hizo esperar, “Cuando hubieren orado, el lugar en que estaban congregados tembló; y todos fueron llenos del Espíritu Santo, y hablaban con denuedo la palabra de Dios”.(V.31). Y ellos saliendo predicaron en todas partes, ayudándoles el Señor y confirmando la palabra con las señales que la seguían. (Marcos 16:20).
Podríamos conocer mucho de teología, exégesis, homilética y hermenéutica, arqueología bíblica, origen de las religiones, etc.; podríamos conocer la jerarquía de los demonios, métodos para echar fuera demonios, todo sobre demoniología pero lo más importante, lo más efectivo, es nuestra relación íntima con Dios. Todo depende de nosotros, si nuestra hacha está bien afilada los resultados serán mejores. Nosotros decidimos ser unos creyentes que utilizan las armas antiguas y ver manifestado el poder de Dios, o bien podríamos seguir siendo unos cristianos comunes e indiferentes, cristianos sin filo.
Escoger la buena parte
Quizá muchas veces hemos leído acerca de la visita que hizo Jesús a Marta y María (Luc.10:38-42), podríamos quizá deducir que Marta representa a los cristianos que están tan ocupados en su trabajo rutinario o en sus quehaceres de la casa y no tienen tiempo para servir a Dios, para ir a la iglesia, etc. Pero si nos detenemos cuidadosamente Marta estaba sirviendo al Señor, estaba preocupada por atender bien al Maestro, quería servirle de la mejor manera y prepararle un buen alimento, por eso Marta le dice al Señor ¿no te da cuidado que mi hermana me deje servir sola? Dile, pues, que me ayude (V.40) Para ella María estaba desocupada, sentada sin hacer nada. Para Jesús María había escogido la buena parte; la cual no le será quitada. SOLO ESTO ES NECESARIO dijo el Maestro, María sentada a los pies de Jesús teniendo una buena relación con él. No se trata de quince minutos de oración antes de empezar el culto solamente, sino de una continua relación con Dios allá en tu recámara secreta, cuando estás trabajando o cuando estás estudiando, una buena parte que tú le dedicas al Señor.

Simón el fariseo había invitado a comer al Señor, no había lavado los pies al maestro, no le había saludado con un beso, no había ungido su cabeza con aceite como era la costumbre; pero una mujer pecadora entró y se postró a sus pies regándolo con sus lágrimas, besándolos y derramando sobre ellos perfume costoso. Estar a los pies de Cristo con lágrimas de quebrantamiento, con besos de agradecimiento y con perfume de adoración.
El Salmista David dijo en el Salmo 27:4 “Una cosa he demandado a Jehová, ésta buscaré; que esté yo en la casa de Jehová todos los días de mi vida, para contemplar la hermosura de Jehová, y para inquirir en su templo”. Demandamos del Señor su poder, demandamos del Señor su presencia, queremos que el Señor nos use, queremos que el Señor se manifieste; David no solo se limitó en demandarlo sino que también dijo: “esto buscaré”, David pudo vencer porque tenía una relación íntima con Dios. El ejército de Israel tenía hombres de guerra, bien entrenados pero tuvieron temor de pelear contra Goliat; pero David tenía una íntima relación con Dios y pudo decir: “Tu vienes a mí con espada y lanza y jabalina; mas yo vengo a ti en el nombre de Jehová de los ejércitos, el Dios de los escuadrones de Israel, a quien tú has provocado. Jehová te entregará hoy en mi mano, y yo te venceré, y te cortaré la cabeza, y daré hoy los cuerpos de los filisteos a las aves del cielo y a las bestias de la tierra; y toda la tierra sabrá que hay Dios en Israel.” 1 Sam.17:46.

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